martes, 21 de octubre de 2014

Cuando una relacion larga termina...

La gente que todavía no lo sabe y te pregunta por él

- Y, ¿cómo está talsito?
- Pues vas a tener que preguntárselo tú, porque terminamos.
Silencio incómodo seguido por el infaltable ¿Queé pasooo? con el mismo grado de preocupación que si le hubieses anunciado que te amputaron la pierna.
“¿Quieres saber qué pasó? Bueno, fueron años de intentar sacar adelante algo que claramente no iba hacia ningún lado, enmarcado por una serie de discusiones pasivo agresivas mezcladas con ese pánico que te da el terminar con alguien con quien tienes tanta historia y al mismo tiempo la flojera que te da el tener que desetiquetarte de 586542 otos y encontrar una decente de perfil que no lo incluya”. 
Esa sería una buena respuesta, pero tú ya sabes que lo correcto es decir un político “simplemente no funcionó” y/o “es para mejor” que hacen que la persona del frente pueda seguir con su vida sin convertirse en tu terapeuta improvisada.

Acostumbrarte a ser una sola

Hay los que no saben y te preguntan por él, y los que sí saben
pero tienen comienzos de alzheimer y ganas de verte llorar en público se olvidan.
- Oye, ¿vas a venir con talsito a la fiesta? … uy ay… me olvidé amiga, sorry, qué tonta.
Y tú sonríes y lo entiendes, porque todos están acostumbrados a que ustedes sean un ítem, un solo código de barras, un “invito a uno porque ya sé que van a venir los dos”. Lo entiendes porque tú también estás acostumbrada, a ratos te parece raro que no haya nadie en el asiento de al lado, no hayan por lo menos 3 llamadas de “mi amor” en tu listado del celular, ni quien te recoja del trabajo para dar una vuelta o ronque al costado en la noche. Es extraño como después de todo ese tiempo que invertiste en tratar de hacerlo parte de tu mundo, ahora debes desacostumbrarte a la idea de él.

Las reuniones con amigos emparejados

Tú tienes amigos, amigos bacanes, amigos cheeeveeeres, lo único que no te habías dado cuenta en todo este tiempo es que todos ellos, están emparejados. Tu círculo social, en su mayoría, parece una maldita arca de Noé. Así que cuando llega la hora de hacer planes con ellos pues te das el discurso de aliento a lo Natalia Málaga y vas a la reu que te invitaron, repitiéndote a ti misma que tampoco puede ser tan grave, al final del día, lo importante es que la pasas lindo con ellos.
Eso te dura aproximadamente media hora.
A partir del minuto 31, estás consciente de que la conversación va a girar en torno de los que hablan del matri, los que hablan de los bebés, los que hablan de lo que cuchi cuchi hizo el otro día no me lo vas a creer, de los viajes juntos y tú empiezas un apasionado romance con el alcohol. La ternura, los seudónimos adorables, los abracitos para dar calor, las servidas de trago el uno para el otro…  no habías notado lo irritantes que eran todos hasta hoy, porque tú solías ser una de ellos.

El haber olvidado  como “solterear”

La soltería no es como montar bicicleta, dado que te olvidas por completo de como es si pasas mucho tiempo sin hacerlo. A lo que sí se parece, es a APRENDER a montar bicicleta: una caída tras otra, duele como el diablo y sientes que jamás lograrás estabilizarte.
En fin, haber estado fuera de las canchas claramente ha perjudicado tu habilidad para ejercer la soltería. Te encuentras a ti misma mirándote al espejo preocupada por si lo que llevas puesto todavía es considerado atractivo para salir a bailar, y si lo que te has puesto no es una chibola de 19 años, entonces probablemente la respuesta es no.
Llegas a la discoteca, te pides algo de tomar, te das cuenta que vas a tener que irte suave con el alcohol porque con dos más no vas a poder pagar la cuenta de la luz. Bailas con tus amigas, ves a un pata que te parece simpático y que se está acercando…De repente, entras en absoluto pánico.
¿Qué se supone que tienes que hacer ahora? Intentas una sonrisa coqueta…

Good one. 
¿Por qué es tan difícil? Mientras lo ves acercarse piensas a qué se dedicará, si tendrá una buena chamba o será otro de esos hombre-proyectos que hay que decirles qué hacer en la vida. Te das cuenta que vas a tener que pasar de nuevo por toda esa etapa en la que los dos fingen que son perfectos, en que tú duermes en camisón y despiertas oliendo a menta,  ¿cuánto se demorarán en llegar a ese momento en que ya se sienten cómodos el uno con el otro, en que por fin son sinceros y puedes decirle que te aburre fatalmente el misionero, no has visto ninguna pela del Señor de los Anillos y te encanta Mocedades?
Cuando te das cuenta, ya está bailando con una de tus amigas. Y es que tienes el síndrome de la soltera reciente, en el que todos los candidatos están medidos con la vara de lo que fue tu relación pasada, con lo bueno y lo malo.
Al final lo complicado está en que tienes que reconectarte contigo, con ese tú sin él. No es fácil encargarse de todo eso que uno tan comodamente puso en manos de alguien más durante un tiempo y aprender a tú ser suficiente para ti. ¿La buena noticia? Ahora sabes más de lo que quieres y lo que buscas y entiendes mejor lo que te hace feliz ¡Salud por eso soltera codiciada!

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